El término Trastorno Bipolar se utiliza habitualmente de forma errónea en la sociedad. A menudo nos encontramos con gente diciendo «yo es que soy algo bipolar», «un día estoy feliz y al día siguiente ya estoy triste». Bien, debemos diferenciar entre alteraciones del estado de ánimo normales y sufrir realmente lo que en psiquiatría denominamos Trastorno Bipolar.
El trastorno bipolar (conocido hace tiempo como enfermedad maníaco-depresiva) es una patología psiquiátrica grave, crónica y con cierto grado hereditario. Eso no significa que una persona que sufra trastorno bipolar se lo tenga que trasmitir a sus hijos, tan solo que estos tendrán mayor riesgo de padecerlo.
Encuadramos al trastorno bipolar en las patologías del estado de ánimo, apareciendo durante el transcurso de la enfermedad lo que denominamos episodios maníacos y depresivos:
- Un episodio depresivo es algo de lo que ya os he hablado. Una situación en el que nuestro estado de ánimo es bajo, donde predomina la tristeza, apatía, alteraciones de apetito o disminución de la líbido, además de otros síntomas como la ansiedad.
- Un episodio maníaco sería como lo opuesto al depresivo. Ánimo muy alto, disminución de la necesidad de sueño, aumento importante de proyectos, a menudo poco realistas, hiperactividad, o la sensación de que «la cabeza me va muy rápido». Suele ser un momento muy delicado, ya que si bien durante la depresión el paciente acostumbra a pedir ayuda, durante la manía lo último en lo que piensa es en acudir al médico ya que se encuentra «mejor que nunca».
El trastorno bipolar es una enfermedad grave que se debe tratar siempre con medicación, y a menudo de forma indefinida. En muchos casos, si el episodio es grave, podría aparecer sintomatología psicótica, de la que os hablaremos en el futuro.
Dr. Alberto Ramos Caneda
Especialista en Psiquiatría
CliniqSantiago
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alberto.ramos.psiquiatra@gmail.com
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