Las demencias son patologías muy habituales en el mundo de la psiquiatría. Cada vez su presencia en la sociedad es mayor, debido al envejecimiento progresivo de la población. Si antes muchos pacientes que terminarían desarrollando una demencia no llegaban a hacerlo, ya que se fallecía a edades más tempranas, ahora estos casos se dan mucho más a menudo.
Las demencias son procesos que surgen del envejecimiento y atrofia cerebral, propios del paso del tiempo. A menudo asociamos la demencia con la Enfermedad de Alzheimer, cuando esta enfermedad es sólo uno de los tipos de demencia que existen (el más habitual, eso sí). Problemas como la hipertensión, diabetes, o patología cardiovascular, pueden favorecer el inicio más temprano de estos procesos.
Es de vital importancia que el diagnóstico sea lo más precoz posible. Aunque a día de hoy no se conoce tratamiento curativo de la demencia, sí existen fármacos que pueden ayudar a enlentecer su progresión y, sobre todo, a paliar otro tipo de síntomas que aparecen durante las demencias, no solo la pérdida de memoria. Hablamos de aspectos como la depresión, el insomnio (es muy habitual que los pacientes con demencia apenas duerman de noche, e incluso se empeoren los síntomas de la enfermedad al atardecer). Además, las familias, cuanto antes se diagnostique, antes podrán planear el cuidado del paciente.
El signo más habitual que alerta del posible inicio de una demencia es la pérdida de memoria, pero no debemos fijarnos exclusivamente en eso. La pérdida de funcionalidad, de autonomía en las tareas que habitualmente se realizaban sin ayuda, participar menos de las conversaciones familiares, tender al aislamiento, empobrecer el vocabulario, deben ser otros factores que den pistas de la aparición de los primeros signos de demencia.
La consulta precoz con un especialista, como decimos, no ayudará a curar un proceso para el que, a día de hoy, no se conoce una terapia definitiva, pero sí puede mejorar en gran medida la calidad de vida tanto del paciente como de sus cuidadores, que a menudo deben soportar cargas que ponen en riesgo su propia salud mental.
Dr. Alberto Ramos Caneda
Especialista en Psiquiatría
CliniqSantiago
981 56 49 40
alberto.ramos.psiquiatra@gmail.com
*Si en algún momento consideráis oportuno hablar de algún tema en concreto, podéis hacer vuestra pregunta/sugerencia en los comentarios.
Mantener la mente activa es condición necesaria para enlentecer el deterioro cognitivo, consecuencia del envejecimiento, parece ser un hecho ya suficientemente probado. Y ya que como consecuencia de una mayor esperanza de vida, de una forma u otra ,nos vemos abocados a vuscar una solución que nos permita poder alcanzar la vejez en las mejores condiciones posibles y teniendo siempre presente que , mejor prevenir que curar, mi pregunta es :
Hay algún tipo de ejercicio específico que se haya demostrado eficiente para la consecución de este fin y en que franja de edad puede ser conveniente su aplicación.
Mi gratitud al Dr. Ramos por la oportunidad que nos da de conocer un poco más el funcionamiento de nuestra mente, el eje de nuestra existencia.
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Existen, por ejemplo, muchos talleres de memoria que a menudo están disponibles acudiendo al Ayuntamiento de cada paciente, o que dependen de asociaciones de enfermos de Alzheimer o similares.
No existe un ejercicio específico ya que depende del nivel de funcionalidad previo de cada paciente. Por ejemplo, a una persona que no sabía ni leer ni escribir, quizás debas ayudarla haciendo pequeñas cuentas simulando los recados típicos del hogar. Por otra parte, a una persona con un nivel cultural previo más elevado, podríamos pautarle ejercicios con mayor nivel de complejidad (crucigramas y otros pasatiempos pueden ser de ayuda).
La edad de aparición depende del tipo de demencia del que hablemos. En el caso del Alzheimer, que es el más habitual, estaría bien poder empezar a ejercitar la memoria y el pensamiento a partir de los 65-70 años, sustituyendo el requerimiento que nuestra actividad laboral solía tener en ese aspecto. Por desgracia, otros tipos de demencia, como la frontotemporal, inician mucho antes, en torno a los 45-50 años.
Gracias a tí por el comentario.
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