La medicina moderna, y la psiquiatría en particular, está muy centrada en la evolución de los pacientes. En mejorar su sintomatología, su calidad de vida y su pronóstico a medio y largo plazo. Evidentemente, ese debe ser nuestro objetivo principal, pues es el paciente quien, a fin de cuentas, sufre en mayor medida su enfermedad. Pero el proceso debe ser entendido por parte del profesional como un suceso que envuelve a todo el ambiente que rodea al paciente. Adoptando esa visión del conjunto, también ayudaremos a mejorar el pronóstico de la enfermedad.
Una parte fundamental del ambiente del enfermo es su familia. Y a menudo ésta sufre casi tanto como el propio enfermo. En muchos casos no saben lo que les ocurre a estas personas y, si sí conocen la enfermedad, a menudo no es sencillo prestarles ayuda. Por parte del profesional es vital prestar atención a las familias. Ayudarles a entender la enfermedad y dar algunas pautas para ayudar tanto al enfermos como a ellos mismos, ya que habitualmente están sometidos a situacións altamente estresantes y angustiosas.
En el caso de la esquizofrenia, un reciente estudio en varios hospitales españoles mostró que los pacientes que siguen una intervención familiar, en la que sus parientes son parte activa del seguimiento, tienen hasta un 40% menos de recaídas que los que no lo hacen. Además, tenemos que tener en cuenta que el propio familiar directo se puede ver beneficiado de ser escuchado y apoyado, pues muchos de ellos acaban, también, desarrollando sintomatología ansiosa y depresiva secundaria a sus labores de cuidadores.
Dr. Alberto Ramos Caneda
Especialista en Psiquiatría
CliniqSantiago
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alberto.ramos.psiquiatra@gmail.com
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